viernes, 25 de abril de 2008

LA SIERVA DE LOS ENFERMOS

(Grupo frente al Hospital San Antonio, Altagracia de Orituco. Al centro su fundadora, la Beata Candelaria de San Jose)

La Beata Candelaria de San José es con su ejemplo la Luz de toda Venezuela. Susana Paz Castillo Ramírez, llamada en religión Madre Candelaria de San José, gracitana que a comienzos del siglo XX, en medio de los sacudimientos de las guerras que estremecieron a la Venezuela rural, ante la dantescas consecuencias de las frecuentes refriegas armadas que dejaban asolados los pueblos y desamparados a los heridos y enfermos tirados en sus calles, fundó con el puro coraje de la más noble venezolanidad el Hospital San Antonio, en su ciudad natal Altragracia de Orituco; tierra de esperanza donde se amparan en el socorro de la Madre Candelaria.
“Dios es caridad”, es el lema que asumió la Beata Candelaria de San José para emblematizar el hospital que fundó. Cada día se le vió en los afanes de salvar vidas, curar heridas, velar por la atención de todos los enfermos, bregar para conseguir alimentos, medicamentos, médicos, enfermeras…
La Gracia de Dios, el de Jesús de Nazareth, siempre fue y es con ella. Servir al prójimo más que a sí misma deviene en la guía de su vida. Los valores cristianos en su raíz auténtica, libre de la domesticación del dinero y del poder de los potentados; el Nazareno en la obra de una mujer venezolana, la praxis de la teología de la liberación mucho antes de ser consagrada en textos, discursos y disertaciones magistrales; la opción por los pobres, hoy tan distante de la cotidianidad, el pensamiento y las expectativas del alto clero del país.
El júbilo es de todos los venezolanos, cierto; incluso también de quienes profesan religiones distintas a la católica, culto de la mayoría de la nación, pero no por ello ha de ocultarse la verdad revelada en cada instante de la vida de la madre Candelaria de San José. Su ejemplo no enseña cómo deben practicarse los valores del Cristo, el Nazareno, el Redentor, el Crucificado por su lucha en bien de toda la humanidad.
La verdad es que el imperio de aquel tiempo -como el de ahora- y su cómplices martirizaron a Cristo en la cruz pero no pudieron quitarle para siempre la vida, no sólo porque resucitó sino también porque vive en la vida de tantas madres Candelaria y de tantos padres José Gregorio Hernández que cada día fortalecen los valores legados por Jesús, el de Nazareth, el gracitano, el venezolano, el de toda la humanidad.
Con la madre Candelaria puede decirse: “Quien no lidera para servir, no sirve para liderar”. Solo quien sirve sigue a Cristo. Fue una religiosa de carácter afable, recogida, de baja y modesta mirada; su humildad y constante caridad son las cualidades que destacaron en ella.
Tenía una gran sensibilidad ante la desgracia ajena, no tenía un “no” para nadie, sobre todo cuando se trataba de los enfermos pobres y abandonados.
También hacía todo con alegría, amor y una confianza sin límites en la Divina Providencia. Sus grandes amores fueron Jesús Crucificado y la Santísima Virgen.
La Beata Candelaria de San José recorrió muchos kilómetros en busca de recursos para sus obras y para fundar nuevas comunidades que respondieran a las necesidades del momento, ya que tenía una profunda humildad y un gran sentido de filantropía. Era muy sensible a la desgracia ajena, en especial hacia los enfermos pobres y los abandonados. Su gran devoción estuvo dedicada a Jesús Crucificado y la Santísima Virgen.
Tenía mucha fe y todo lo que emprendía lo hacía con amor y confianza en la Divina Providencia. Fue una gran luchadora por las obras que llevaba a cabo.

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